ADIOS...

No hubo palabras,
tan solo un interminable silencio
plagado de adioses´y desatinos.
Miradas ausentes que destilaban tristeza
bajo la grandiosa majestuosidad de la noche.

Tan solo quedé arropado por una inconmesurable soledad.
Una inusual y cicatera soledad
aliñada con ese  regusto voraz y amargo
que suelen dejar las despedidas.

Jesús Angel Bordonaba

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