PASEO

Angosto es el camino que lleva hasta la ermita. Rubíes amapolas, y alguna margarita salpican los sembrados y visten el barbecho. Asido a mi cayado repunto hacia el repecho que emerge salpicado de hinojos y tomillo. Se escucha la cigarra y el cri-cri de algún grillo que alegran el paisaje. El canto del cuclillo me hace fijar la vista en lo alto de una copa del árbol centenario -albergue de una tropa de cientos de avecillas- que a la ermita proteje del crudo sol de agosto. Una arañita teje una pomposa tela, absorta en su trabajo y nada en la Fuente del Arco, un renacuajo. Qué Paz, ¡Qué bien el pueblo de lo alto se divisa! Respiro aire profundo -corre una suave brisa- y emprendo el camino de vuelta, hacia abajo tomando una senda que muere en un atajo pues quiero llegar pronto, sentarme y recostado continuar leyendo los versos de Machado. Jesús Angel 2013