ESTAMPA DEL VIEJO PUEBLO
Repican las campanas del viejo campanario,
dos viejas se dirigen al rezo del Rosario.
Un gallo canturrea.
Las viejas enlutadas
caminan lentamente, las dos van embozadas
en dos sendas toquillas y paño en la cabeza
a modo de mantilla.
El pueblo aún bosteza
y presto se prepara para afrontar el día.
En la iglesia se escucha cantar “Ave María….”.
El peculiar trasiego de aperos de labranza,
de alforjas rebutidas de vino y de pitanza
que apañan los labriegos, el brusco traqueteo
de carros y carretas, el dulce tintineo
de alegres campanillas que lucen los collares
en viejas mulas tordas…perennes encinares…
los pardos sementeros…cada uno a su trabajo…
se ven partir las yuntas por el camino abajo.
Desierto queda el pueblo. Tan solo unas mujeres
que acicalan
sus casas y ordenan sus enseres
y cuidan a los viejos, dormitan y bostezan,
atienden a sus niños y cuando pueden rezan
junto a una
imagen sacra o a un viejo escapulario
y besan con denuedo las cuentas de un rosario.
Y allá en el
campo, lejos, una garganta rota
esparce por el
cielo los ecos de una jota.
Jesús Angel Bordonaba.
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