LAS ABEJAS
Imbuidas en danza matutina
preludio del goloso
pecoreo,
ataviadas
“zum,zum” del revoleo
al néctar el enjambre
se avecina.
Las obreras, en clave danzarina
trasiegan en el dulce
pastoreo
el polen. Perpetúa el
ajetreo
la colmena hasta que
el sol declina.
La mano del mielero en el panel
con singular destreza se desliza
y la miel en sus labios correr deja.
Partículas de oro que en tropel
se funden en caricia.
Así erotiza
la dulzura del beso de
la abeja.
Jesús Angel 2013
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